El riego es posiblemente la clave para el éxito de nuestro huerto. La frecuencia, la cantidad y horario de los aportes de agua dependerá del tipo de huerto, de las características del suelo, de la época del año y de la necesidad hídrica de cada especie.
Debemos mantener regularmente hidratada la tierra, pero dejando intervalos sin aportes de agua que propicien la aireación de la tierra o sustrato. Una capa de acolchado permitirá mantener la humedad y proteger al suelo del exceso de insolación.
En huertos realizados en recipientes, la pérdida de agua por evaporación es mayor. Realizaremos frecuentes aportes de agua de menos cantidad, para evitar que el sustrato se reseque demasiado.
En primavera y verano regaremos con más frecuencia que en otoño e invierno y por la mañana muy temprano o al anochecer, para minimizar las pérdidas de agua por evaporación y las quemaduras foliares. En otoño e invierno regaremos a media mañana, entre las diez y la una, para evitar que el agua se hiele y ocasione daños a los tejidos vegetales.
Algunas especies hortícolas necesitan mayores aportes de agua que otras, como mostramos a continuación:
POCO RIEGO
Ajos, cebollas, tomillo, espliego, romero, orégano, manzanilla
RIEGO REGULAR
Tomates, pimientos, acelgas, habas, guisantes, judías, zanahorias, nabos, remolachas, rábanos, pepinos, salvia, albahaca, caléndula.
RIEGO ABUNDANTE
Puerros, coles, apios, acelgas, alcachofas, calabacines
Entre los métodos de riego más utilizados se encuentran el riego con regadera, por inundación o a manta, por aspersión y por goteo.
riego con regadera |
El riego con regadera está indicado para un huerto muy pequeño o realizado en pocos recipientes. La roseta de la regadera debe apuntar hacia arriba. De este modo, al mover la regadera de detrás hacia delante, el chorro de agua será mayor, el agua se dispersará mejor y no caerá con tanta brusquedad sobre las plantas y suelo.
riego a manta |
En el riego a manta el agua no se encuentra bajo presión y se aplica al suelo a través de surcos o inundando parcelas de terreno bajo. Lógicamente este sistema es el que más agua consume a priori, a parte de que si el aporte es en exceso puede provocar el arrastre de nutrientes del suelo, la proliferación de enfermedades o la compactación del suelo.
riego por aspersión |
El riego por aspersión se asemeja más al modo en que las plantas reciben el agua de lluvia y se emplea menor volumen de agua. El inconveniente principal de este riego es que al mojar periódicamente la parte aérea de las plantas se corre el riesgo de causar daños a la floración, fomentar la proliferación de hongos o provocar quemaduras foliares.
riego por goteo |
Una opción alternativa y más beneficiosa es el riego por goteo. Básicamente consiste en tender unas mangueras perforadas a distancias regulares, que gotearán agua generando una zona húmeda localizada en torno a la planta, únicamente donde es necesaria. Al reducirse la zona húmeda se reduce la cantidad de maleza y las pérdidas por infiltración profunda o escorrentía superficial. Además, si instalamos un programador de riego asociado, se pondrá en marcha el riego automático sin necesidad de estar presentes.